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noviembre 30, 2009

DuverYork City!

Siguiendo con las imagenes de nuestro pueblo, aquí les traemos otra parte de las fotos suministradas por Carlos Manuel Méndez, esperamos que sean de su total agrado como las demás.















Estás Viviendo?


Se trata de una incomprensible estupidez. Posiblemente la estupidez mejor disfrazada de todos los tiempos. Nos reímos y burlamos de los atrasos de la vida primitiva, cuando se trabajaba sólo lo necesario para estar provistos de techo, alimento y un modesto y bien cuidado vestuario. Cuando las personas disponían de tiempo para pensar, para reposar la digestión de lo que comían sin prisas, para conversar con quienes les acompañaban en el discurrir de la vida, para disponer de un espacio para el ocio o para asombrarse de los prodigios de la naturaleza en todas sus manifestaciones: humanas, celestes, vegetales, animales, pétreas o marinas.

Se supone que la vida es hermosa, tanto, que decía Blasco Ibáñez en La voluntad de vivir, que la vida es hermosa por sí misma, al punto que los sabios, que ni la inventaron ni la han estudiado con éxito en sus enigmas más hondos, la aman profundamente.

Pero la tarea humana ha sido complicarla cada vez más.

Comemos más de lo que requiere el organismo para su buen funcionamiento.

Bebemos –no agua– mucho más de lo que es saludable.

Trabajamos para rodearnos de cosas superfluas. Cada vez más superfluas, menos necesarias, objetos que pierden usualmente su importancia tan pronto los poseemos. Puede ser un formidable Mercedes-Benz, un Jaguar o un Porsche, que en verdad, después de su primer tiempo, se convierte simplemente en “el automóvil” que nos llevará de un punto a otro y cuya mayor importancia será la que le otorgan quienes carecen de un vehículo tal, lo cual habrá de repercutir acariciantemente en nuestro orgullo.

La vertiginosidad de la enardecida tecnología que torna obsoleto un computador, un teléfono celular, un sistema de acceso al Internet o prodigiosos sistemas automatizados para el manejo de la vivienda o el negocio, nos torna víctimas de una comercialización tecnológica efervescente y aperplejante.

Nos sustituyen la llave del hotel por una tarjeta plástica dotada de una clave magnética que, por mis experiencias, es más dada a fallar que una simple llave metálica. La computadora, que era el asombro de hace dos años, hoy es ridiculizada porque el nuevo modelo es más veloz (pero no nos hace pensar con mayor celeridad, ni mejor). Así mil cosas significativas de pagarés bancarios, intereses y cargos que apenas se entienden.

Pero hay cada vez menos tiempo para la familia, para las amistades, para el razonamiento, para el dolce far niente (el dulce no hacer nada) que acuñaron los italianos y el concepto les fue arrancado de la mano como cuando a un niñito se le arrebata un dulce.

Vivimos la prisa y la angustia de producir dinero que en verdad no podemos disfrutar, sino aparentar que disfrutamos dentro de un monstruoso brebaje de sadismo-masoquismo digno de las brujas de Macbeth, que removían su gran caldero ebullente de espantosas hechicerías chillando: Double, double, toil and trouble/ Fire burn and cauldron bubble.

Siento algo de aquelarre en las velocidades que no nos dejan vivir.

¿Qué hemos hecho con la vida?

¿Trabajar más horas para vivir menos?

El proceso ha sido rápido, pero no nuevo. Recuerdo un simpático chinito de Kow-Loon, en Hong Kong, cuando aún no habían llegado estos insoñables años de ausencia británica. Era joyero y para competir eficazmente contra sus competidores, que inundaban aquella avenida comercial con más luces que Broadway, trabajaba, alternándose con su esposa recién parida, las veinticuatro horas. Así podía vender más artículos y a mejores precios que sus cercanos negociantes. Pude adquirir un bello reloj-pulsera Girard-Perregaux, que recientemente había admirado en Suiza, casi a mitad de precio que en Ginebra.

¿Pero vale la pena vivir así?

¿Es esto vivir?

No cabe duda. Vivir es un misterio, pero como escribía Jacinto Benavente en Los intereses creados: No todo es farsa en la farsa; hay algo divino en nuestra vida que es una verdad eterna y que no puede acabar cuando la farsa acaba.

Cierto afamado crítico de arte inglés me aconsejó –y lo escuché con atención- que hay que evitar que la vida se convierta en una carrera de ratas.

Hagamos lo que tenemos que hacer. Hagámoslo lo mejor que podamos.

Pero sin olvidarnos de vivir.

Que no es lo mismo que producir: Lo que necesitamos y lo que no.

Fuente

Foto Propiedad de fviso.blogspot.es

noviembre 27, 2009

Me tiene Chivo..


Desde tiempos antiguos se han tejido distintas versiones en torno a este caprino. Recuerden ustedes que originalmente, según los viejos, en el Sur los chivos se criaban en los conucos sembrados de orégano, condimento por excelencia que se utiliza para sazonar, y se llegó a decir que era para cuando fueran a ser sacrificados ya no hubiera la necesidad de adobarlos.

De aquí en adelante hemos ido escuchando frases, anécdotas, en las que el chivo se utiliza como metáfora o figura literaria para describir una situación o circunstancia. Es bueno traer al recuerdo que cuando fue ajusticiado el dictador Rafael Leonidas Trujillo se decía en las calles “mataron el Chivo”.

Hubo tanta ambientación en torno a este hecho, que un merenguero dominicano escribió el merengue titulado La muerte del Chivo, y decía más o menos así: “Mataron el chivo en la carretera y no me lo dejaron ver. Déjenmelo ver. Déjenmelo ver”, y así continuaba con su lamento de que no se lo dejaron ver.

Este acontecimiento, que era referido en este tema musical, marcaba un antes y un después de la tiranía trujillista. Todo el mundo sabía a qué se refería cuando hacía alusión al chivo.

El chivo se ha utilizado como uno de los mejores agrados que uno le pueda ofrecer a unos invitados en un encuentro familiar, en una finca, o si se quiere en su propia casa. En otros países como Venezuela se sirve el “Chivo en Tacari”, que regularmente se prepara en el área de Barquisimeto. Un suculento chivo guisado acompañado de moro de guandules, yuca o guineítos nadie lo olvida.

A todo esto, si quiere hacerlo más sabroso, debe acompañarlo de una de nuestras bebidas espirituosas, pero usted debe elegir la marca que más le agrade, que esté al alcance de su bolsillo, o que sea de la preferencia de sus invitados. Preferiblemente un buen ron dominicano.

Todo este sabor viene acompañado de la sabiduría popular, que también tiene sus cosas buenas, porque cuando existe una situación que no ha sido esclarecida suficientemente se dice que hay que “estar chivo”. Cuando la esposa llama a uno por teléfono a una hora no adecuada “uno se pone chivo”.

Cuando llega el día 15 ó el 30 y uno no ha cobrado, “uno se pone chivo”. Cuando la gasolina del carro se está acabando y no existe la posibilidad de conseguir dinero a tiempo “uno se pone chivo”. Cuando se le es infiel a la pareja y le preguntan dónde estaba, “uno se pone chivo”. En el ámbito político, cuando un candidato observa que el contrario se le acerca, “cualquiera se pone chivo”.

Hubo un empresario que fue un poco más lejos que los políticos y, en lugar de amarrarla, la llevó a la carretera de San Isidro a donde le llaman la ¡Ciudad de los Placeres!

Debo recordarles que hay algunas damas que hacen uso con demasiada frecuencia de sus atributos físicos y que se les denomina “chiviricas”. Sin dejar de mencionar la diferencia que existe entre el chivo azuano y el liniero, que todavía no se ha establecido claramente cuál es la diferencia. Sin embargo, estamos haciendo ingentes esfuerzos y estudios profundos para llegar al fondo de la cuestión.

En fin, el chivo o la chiva como han leído y han visto en la experiencia de sus vidas tiene “su cocorícamo”. Finalizo estas cuartillas porque ya “estoy chivo” y si sigo argumentando quizás más de uno de ustedes se pondrá también al igual que yo, muy chivo con lo que está pasando en el país.

Fuente

noviembre 26, 2009

DuverYork City!

Siguiendo con las imagenes de nuestro pueblo, facilitadas por Carlos Manuel Méndez, les dejo con otra parte de ellas.

















noviembre 25, 2009

Nuestras Mariposas..


Los nombres de tres mujeres dominicanas, conocidas como las hermanas Mirabal, son desde 1981, el símbolo del Día Internacional “No Más Violencia Contra las Mujeres”. María Teresa, Minerva y Patria Mirabal, fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden de la dictadura trujillista.

Cuarenta y Nueve años después, la presencia de estas valientes mujeres que desafiaron a una de las más sanguinarias dictaduras de nuestro continente, se renueva en la obstinada memoria colectiva más allá de las fronteras dominicanas. Monumentos, un museo, una película, varios libros y cientos de páginas escritas, dan fe de esta persistencia.

Nuestra amiga Cristina Feliz hizo un comentario al respecto: ¨Quiso Dios formar la obra más grande de la creación y pensando en la ternura que da el amor, dio vida a este SER como la más bella y radiante flor: La “MUJER” hoy DIA INTERNACIONAL DE LA NO VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, debemos unir fuerzas y evitar tantos maltratos psicológicos, físicos y muertes, provocados por desalmados. Cambiemos esto por amor, respeto, dulzura y comprensión.¨

DuverYork City!

Gracias a la colaboración de Carlos Manuel Méndez, tenemos muchas imagenes de diferentes ambientes de nuestro pueblo, las cuales iremos poniendo poco a poco para el disfrute de ustedes, sin más, les pongo la primera parte.















noviembre 24, 2009

Donde se Aprende?



La Honestidad, es aquella cualidad del hombre por la que la persona se determina a elegir actuar siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia. La honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. La honestidad tiñe la vida de confianza, sinceridad y apertura hacia la vida. La honestidad está íntimamente relacionada con la humildad, la dignidad, el carácter, los ideales y la grandeza.

Empieza por ti, por tu casa y los tuyos.


noviembre 21, 2009

El Santo Cachón



Rufino Pérez Mella,
es un hombre jorocón,
en asuntos del comercio,
no lo tumba ni un ciclón”.

Como médico sabemos que cuando un ancestro muere, es porque el círculo de la vida indefectiblemente tiende a cerrarse (recordamos una frase en la película “En Busca del Valle Encantado” -“Piecito”- de Steven Spilberg).

Sabemos como investigador en el ámbito de la historia, que los hechos históricos suelen repetirse por la circunstancia que sea.


Las modas van y vienen.
El mundo tiene ciclos en su acontecer.
El final de la materia es relativo porque esa materia generó energía y la energía sólo se transforma. Con el vallenato “El Santo Cachón”, muy sonado y escuchado y bailado y tarareado, motivo del estribillo del momento; nos remontamos a la época en que Rufino Pérez Mella vivía en Duvergé cuando quien escribe era muchacho y luego adolescente.

Rufino Pérez Mella mi tío segundo, si no el más, uno de los hombres más ricos del municipio que tuvo para el 1o de mayo de 1961 la visita de Trujillo casi al borde de su ajusticiamiento; fue un personaje pintoresco en toda nuestra comarca. Con un nivel cultural a la sazón, más elevado que el de muchos, nivel alcanzado o forjado más bien como autodidacta, Rufino Pérez Mella se ufanaba -mostrando cicatrices- de haber peleado en contiendas intestinas. Siendo un ser inofensivo, recorría el pueblo exhibiendo revólver al cinto.

Se tornaba iracundo cuando los muchachos le voceaban: ¡Rufino casco e’ yeso!. Ignoraban que fue profesor entre otros puestos públicos que ocupara, y le debían mayor respeto. Su brillosa calva no era motivo para burlas (esto en otro ámbito socio-cultural).


Era de baja estatura, rechoncho, ojos glaucos, voz alta, un poco nasal.

Fue hatero en el otrora Las Damas. También comerciante con la peculiaridad de que cobraba tocando las puertas a sus deudores con su bastón casi siempre. Un perro muchas veces acompañaba al inquieto Rufinito. Honesto a carta cabal. Hizo su fortuna en base al trabajo fuerte, serio e incesante.

Se sentía orgulloso de ser descendiente de los “Pérez Capitanejo”. El que creía que iba a tomar un trago gratis -generalmente Pedro Domecq el que bebía de cuando en vez- en casa de Rufino Pérez Mella, se equivocaba rotundamente si no era de muy adentro de sus afectos.

El anecdotario de Rufino es inmenso.
Recuerdo cuando a quien escribe le llamaba “Mister Lucky” porque nuestra fisonomía le recordaba a un amigo anglosajón.

Cierta vez --cuentan--en la Era de Trujillo, a Rufino tocó expresar un discurso en Duvergé. Su esposa doña Teodosia, era analfabeta (sin ofender la memoria de esta noble y buena mujer de apellido Matos, oriunda de Las Salinas entonces de Duvergé).

Le pidió Rufino a su consorte le preparara un traje blanco para el evento. El que tenía un papel -su discurso- dentro de un bolsillo le dijo. Mas, no le especificó cual traje de los blancos que tenía.

Rufino en el podium, papel en mano, pecho inflado, se aprestaba a impresionar al auditorio.
¡10 libras de azúcar!
¡5 libras de sal!
¡Ay mujer del diablo! –exclamó al final.
¡Me dio el traje con una factura! -replicó.
¡Excúseme público, excúseme! –se disculpaba en forma lastimera.
¡Esa bruta, ya verá cuando llegue! –resoplaba muerto de la vergüenza.

Una sola carcajada, al unísono, a mandíbulas batientes, se escuchó. El auditorio en pleno reía. Rufino se había convertido en payaso por no ser previsor. Debió cerciorarse él mismo de que llevaba su discurso.

No se cuenta el escándalo que armó en su casa a su regreso.

Todavía en nuestros oídos resuena lo que decía el cantar popular:

Rufino Pérez Mella,
es un hombre jorocón,
en asuntos del comercio,
no lo tumba ni un ciclón”.

A cambio de que le tocaran, daba ron “lavagallos” a los músicos.

Rufino gustaba de la buena vida aunque nunca salió al exterior (por ninguna causa). Tomaba buen trago, comía bien (también permitía que en su casa otros comieran bien), tocaba su acordeón con mucha alegría frecuentemente y, en otro lecho solía dormir (acompañado de otra fémina por supuesto).

Rufino Pérez Mella era una figura de consulta obligada en Duvergé. A él acudían los oficiales comandantes de turno, otros comerciantes de la plaza o fuera de ella, etc., a buscar consejos u opiniones. Eso sí, los visitantes se convertían en fumadores pasivos de su túbano si no eran activos.

En su “consola” desde su casa escuchábamos a todo volumen los vallenatos que tanto disfrutaba y que a veces dando brincos solía bailar.

Su fiel Luis Lebrón a quien trató más que como sobrino como un hijo, disfrutaba con sus ocurrencias las que muchas veces compartía.

El destino inexorable, rubricó el fin de Rufino Pérez Mella. Una terrible enfermedad lo llevó pronto a la tumba. A él, siguió su esposa. Y sólo queda en su Duvergé querido su recuerdo que no lo borrará “ni un ciclón”.

Escribiremos más en otra oportunidad sobre Rufino

NOTA: Dos tumbas de dos esposos que no mimaron un hijo porque no lo procrearon, existen respectivamente en el cementerio nuevo de Duvergé, provincia Independencia, y en el de la Máximo Gómez en Santo Domingo, D.N. Son las de Rufino y Teodosia que el último secretario del primero (quien escribe), suele visitar cuando viaja al lar donde dió sus primeros pasos, y cuando va al referido cementerio de la capital de la República.

Lo del título sólo persigue que la sicología del pueblo devore este artículo. Sería un despropósito y un infundio pensar lo contrario.


Por el Dr. Rafael Leonidas Pérez y Pérez
Foto Propiedad de Duvergé Siempre

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